No es una sorpresa para nadie partir de que cuantas mejores condiciones de trabajo haya más aumenta la productividad en la oficina. Pero no basta con poner el aire acondicionado en verano o la calefacción en invierno. Se ha demostrado que purificar el aire aumenta la concentración y la eficiencia de los trabajadores.
La ionización artificial regenera y purifica el aire, aumenta la carga negativa y crea un ambiente más sano de trabajo.
Las oficinas son espacios cerrados, con una iluminación artificial a base de tubos fluorescentes y una alta concentración de máquinas (ordenadores, fotocopiadoras, impresoras) que desprenden calor y electricidad estática.
Se sabe que la exposición continuada a la luz de las pantallas de ordenador cansa la vista e irrita los ojos. Por las propias condiciones de una oficina, en el momento en el que entra un virus, se propaga con facilidad. Pero es que, además, por la concentración de personas y máquinas se crea un ambiente cargado que va agotando física y mentalmente a los trabajadores. A pesar de haber estado 8 horas sentado delante de una pantalla, sin haber realizado ninguna actividad física relevante, el trabajador termina su jornada, agotado.
Esto se debe, en parte, a que la actividad en un centro de trabajo cerrado como una oficina, cambia la polarización del ambiente, cargando el aire de iones positivos. Algo, que en sí mismo, consume la energía del hombre.
El hombre es una máquina bioeléctrica.
Todas las partículas están formadas por átomos. Los átomos constan de un núcleo y un conjunto de electrones, protones y neutrones que orbitan en torno a él. Los electrones tienen una carga negativa y los protones poseen carga positiva. Lo normal es que el número de protones y electrones esté equilibrado en cada átomo. Que haya la misma cantidad.
Determinadas acciones físicas generan una reacción que hace que los átomos desprendan electrones o protones que se incorporan a los fluidos del ambiente (el aire o el agua) en forma de iones.
Las pantallas de los televisores, generando un campo electromagnético de 20.000 voltios, carga el ambiente de iones positivos. Algo que también genera la concentración de rayos ultravioleta procedentes del sol. Mientras que la acción clorofílica de las plantas o una descarga eléctrica puntual, aporta iones negativos.
Dice el geofísico Adolfo Marroquín, en un artículo publicado en el blog de divulgación científica «Hoy», que el hombre es una máquina bioeléctrica. Es decir, un sistema físico altamente sensible a la carga eléctrica o electromagnética del ambiente en el que se mueve.
Si el hombre está en un ambiente cargado de iones positivos, siente como se produce una disminución de energía. Disminuye el ritmo cardiaco, bajan sus defensas y se relaja el sistema inmunitario. Es más propenso a sufrir dolores de cabeza, afecciones pulmonares y a sentir un ánimo más decaído.
Por otro lado, si se desenvuelve en un ambiente con una mayor presencia de iones negativos, se siente más activo, más despierto, con más energía y con mejor humor.
La actividad humana en las ciudades tiende a cargar el ambiente de iones positivos: la contaminación, el aire estancado, la presencia de motores de combustión que funcionan con combustibles fósiles, la luz artificial. Todo ello va mermando poco a poco nuestra salud, aunque no realicemos ninguna actividad física desgastante.
Efectos positivos de ciertos ambientes naturales.
Cuando estamos al lado de una cascada o junto a un rompeolas, en el que el mar choca contra un acantilado. Nos sentimos vitales. Percibimos que nuestro cuerpo se carga de energía. Se debe a que cuando el agua choca de forma violenta contra una superficie sólida libera electrones que se incorporan al ambiente. Estos entran en nuestro organismo por la respiración y por la piel.
Algo parecido nos sucede cuando paseamos por un bosque o por un paraje con una vegetación exuberante. La acción clorofílica de las plantas, aparte de respirar monóxido de carbono y expulsar oxígeno, lo hace cargando el aire de iones negativos.
En la cima de una montaña, el viento golpea contra las rocas y desprende iones negativos que se reincorporan al aire, creando una atmósfera con una carga negativa enriquecida. A ello contribuyen los minerales de los que están formadas las rocas, que concentran e irradian electricidad.
Como nos dice el blog Ecología Verde, en la naturaleza también se produce una ionización positiva, pero esta se corrige de forma natural mediante determinados fenómenos meteorológicos.
En el desierto, durante el día, la acción de los rayos solares carga el ambiente de iones positivos, mientras las tormentas de viento de las noches, desprenden iones negativos, equilibrando el ambiente.
La fricción de las masas de aire en la atmósfera genera iones positivos, mientras los rayos de la tormenta que se producen posteriormente liberan electricidad.
En las zonas tropicales se alternan las estaciones secas con las estaciones lluviosas. Además de ser una consecuencia lógica de la evaporación del agua, contribuyen a mantener una atmosfera eléctricamente equilibrada.
El hombre realiza también acciones que ionizan negativamente el ambiente, aunque muchas veces lo haga de manera inconsciente. Cuando nos damos una ducha, tenemos una sensación energizante, hemos reproducido el mismo fenómeno que se genera en un salto de agua. Aparte de bañarnos, salimos de la ducha con más energía. La utilizamos, además de para limpiarnos, para reponer fuerzas después de un día agotador, o para desperezarnos por la mañana temprano, antes de ir a trabajar.
Crear ambientes naturales en espacios cerrados.
Gracias al desarrollo de la tecnología podemos ionizar negativamente el aire de un espacio cerrado como una oficina o un apartamento. Es el caso de la ionización bipolar NBPI. Según nos comentan los profesionales de Air Quality Procescan, una empresa de climatización de interiores que utilizan esta tecnología, se puede distribuir por todas las habitaciones aire purificado, y cargado de iones negativos, a través de los sistemas de climatización, incorporándoles ionizadores bipolares.
Estos son unos dispositivos eléctricos incorporados en los aparatos de climatización, que liberan iones negativos antes de que expulsen aire limpio. El aire de la estancia pasa por unas rejillas o filtros, por donde se limpia y antes de salir purificado, se carga eléctricamente.
Un aire acondicionado corriente, limpia el aire de algunas partículas sólidas y nos devuelve el aire del ambiente refrigerado, bajando la temperatura, pero no altera su composición iónica. En el caso de unos ventiladores, lo que hacen es mover el aire de una estancia.
Como hemos visto, los ordenadores, los móviles y las fibras sintéticas alteran el ambiente cargándolo de iones positivos. Para contrarrestar sus efectos y obtener un ambiente más sano y saludable, debemos recargar el aire de la estancia con iones negativos.
Se trata de hacer artificialmente, algo que la naturaleza realiza de forma habitual, por medio de los fenómenos meteorológicos, los saltos de agua o la acción de los bosques.
Ventajas de la ionización para el hombre.
Integrando estos aparatos en los sistemas de climatización de una oficina, por ejemplo, obtenemos una serie de beneficios para la gente que trabaja en ella. Esto son algunos de ellos:
- Aumenta la energía de nuestro cuerpo. Los iones negativos vienen a ser como las vitaminas del aire. La gente que los respira se siente menos cansada y con más energía para realizar las tareas del día a día.
- Reduce las afecciones pulmonares. Los microorganismos como bacterias y virus proliferan en ambientes cargados de iones positivos, mientras mueren en aquellos con una mayor carga negativa. La ionización del aire es beneficiosa para personas que sufren asma, bronquitis y otras enfermedades pulmonares.
- Aumenta la concentración. Tenemos la mente más despierta, lo que permite que la enfoquemos en aquellas tareas que nos interesa. Nos cuesta menos realizar cálculos mentales y desempeñar actividades que requieren una mayor atención.
- Mejora el estado del humor. Mientras un ambiente cargado de iones positivos nos conduce a un estado de ánimo decaído, triste, apático y tendente a la depresión, un ambiente ionizado negativamente nos hace sentirnos de mejor humor. Nos encontramos más alegres, con más vitalidad.
- Mejora el descanso. Está comprobado que en ambientes cargados nos cuesta descansar, por muy agotados que nos encontremos. Lo vemos, por ejemplo, en las calurosas noches de verano. Por mucho que lo intentemos, nos cuesta conciliar el sueño, aunque encendamos el aire acondicionado. Con una atmosfera menos recargada, el cansancio no nos viene del entorno, sino de la actividad que hemos realizado. Esto no significa que nos vayamos a dormir en el trabajo, sino que descansaremos mejor por las noches y, por tanto, rediremos mejor durante el día.
- Disminuyen los accidentes de trabajo y las enfermedades. Al crear un ambiente de trabajo más sano, disminuyen los efectos negativos sobre la salud. Los trabajadores se encuentran más despiertos y son menos propensos a sufrir golpes o caídas. También disminuyen los dolores de cabeza y la tendencia a padecer episodios de ansiedad o depresión.
Crear unas condiciones ambientales saludables hará que los trabajadores trabajen más a gusto y que den lo mejor de ellos mismos durante la jornada laboral. Haciendo que aumente la productividad en la oficina.